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El que tenga oidos que oiga

El sonido del silencio

Una noche en la que no podía dormir, sentía o escuchaba una frase que se repetía en mi mente: “El que tenga oídos que oiga, el que tenga oídos que oiga”. Me pregunté qué animal tendría el mejor oído, y decidí buscarlo al día siguiente y pintarlo. No sé por qué se me ocurrió eso, pero estoy segura de que era el Espíritu Santo dándome pistas sobre lo que quería decirme.

Para mi sorpresa, cuando busqué en Google, descubrí que la paloma es uno de los animales con mejor oído, lo que explica por qué se utilizaba como paloma mensajera. Gracias a su oído, puede percibir frecuencias, ubicarse con precisión y no perderse. Sentí que Dios me decía algo a través de esto.

El que tiene buen oído y puede escuchar a Jesús, puede llevar y transmitir su mensaje. Aquellos que tienen su oído espiritual desarrollado para escuchar a Dios no se perderán; sabrán por qué camino ir, como la paloma. No solo podrán llevar el mensaje, sino que también sabrán cómo, cuándo y por dónde Dios quiere que lo hagan. No estaremos confundidos, perdidos ni desorientados en la vida; al tener un buen oído, tendremos una buena orientación.

Como dice Isaías 30:21: “Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: ‘Este es el camino; síguelo’”.


Me llamó la atención la relación entre tener un buen oído y estar bien orientado. Por eso, a veces nos desorientamos y no sabemos cómo seguir adelante.
Jesús enseñaba acerca del Reino de los Cielos y al final siempre resaltaba: “El que tenga oídos que oiga”. Es decir, el que tenga oídos espirituales podrá escuchar y entender su mensaje. Es una frase que se repite muchas veces en la Biblia, ¿por qué será? “El que tenga oídos, que oiga”. Entonces, me pregunté: ¿cómo se desarrolla el oído espiritual? Isaías 50:5 dice: “El Señor omnipotente me ha abierto los oídos, y no he sido rebelde ni me he vuelto atrás”. Isaías 35:5 añade: “Se abrirán entonces los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos”.


El oído espiritual se desarrolla pasando tiempo en oración, en silencio, en Selah. Es un momento y un tiempo único e íntimo con Dios, algo personal que no se puede transferir ni enseñar a otro como si fuera conocimiento. Es un anhelo del corazón que no encuentra paz hasta poder escuchar la voz de Dios, de su Padre, de su Creador.


Podemos alentar a otros a “escuchar a Dios” y dedicarle tiempo, pero no creo que sea algo que se enseñe o que se pueda aprender siguiendo ciertos pasos. Es más bien un deseo ardiente de querer escuchar a Dios, y es por la gracia de Dios que Él se deja encontrar y escuchar, nos “abre los oídos”. Dios está constantemente buscando corazones dispuestos a escuchar, y a cada uno le habla de diferentes formas.

Como dice Jeremías 29:12: “Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón”.

Pero cuando Dios me dio ese mensaje de la paloma primero pensé que tal vez debía irme a vivir a una isla desierta o aislarme como los monjes para estar a solas con Dios y poder escucharlo, pero Dios me dijo que no. Dios no quiere que nos aislemos del mundo, que dejemos de escuchar música, ver películas o usar las redes sociales. No se trata de irse al otro extremo, sino de ser equilibrados. Hay un tiempo para todo. Cuando empezamos a tomarnos tiempos de silencio durante el día, empezamos a desarrollar el discernimiento para saber qué película ver, qué música escuchar, a quién seguir en las redes, quiénes son falsos maestros, a quién queremos escuchar realmente.


Eso es lo que Satanás quiere: que no escuchemos al Espíritu Santo, que nuestra vida esté tan ocupada y llena de ruido que no haya espacio para escuchar el susurro de Dios. Satanás sabe que no tiene el poder de Dios, por eso necesita gritar y hacer mucho ruido para llamar nuestra atención. En cambio, Dios es tan poderoso que un solo susurro suyo puede transformar nuestra alma y corazón.


Lo que más siento es que Dios nos pide tiempo de Marías, y me lo recordó una noche con la frase “el sonido del silencio”. Me trajo a la memoria un día en el que mi hermana vino de visita aquí a Dubái, y realizamos una excursión de parasailing. Subimos a 150 metros de altura con un paracaídas, arrastradas por una lancha, y lo que más nos sorprendió a las dos fue el sonido del silencio. Sentir ese silencio te penetra; no se puede explicar con palabras. Es hermoso, no hay ruidos del mundo. Espiritualmente, Dios nos quiere llevar a ese lugar.


Su susurro es la paz misma en el silencio. En ese silencio encontraremos todas las respuestas, promesas, verdades y salvación. El dulce susurro de la voz de Dios llena mi vida de paz; me deleito en escuchar su voz.

Necesitamos conocer la luz para darnos cuenta de que estamos en tinieblas.

Debemos detenernos, estar en silencio, para que Dios pueda escribir en nosotros Su Verdad.


Cada vez más, disfruto estar en silencio, apagar las distracciones y enfocarme en escuchar a Dios.

Necesitamos escuchar la voz de nuestro Padre, que nos guíe, oriente y nos de dé la visión para seguir caminando sin desenfocarnos, ni perder el rumbo. Necesitamos ser Palomas mensajeras hoy!

Y oro para que cada día Dios nos abra los oídos y los ojos para que podamos escuchar y ver, lo que el hace y podamos unirnos a su Obra.

Que en el día de hoy Dios te hable, te guie y oriente, abre tu corazón y el abrirá tus oídos.

Flay 🐝

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