Alumbra mis ojos
Y dijo Dios:
«¡Que haya luz!».
Y la luz llegó a existir. Dios consideró que la luz era buena y la separó de las tinieblas.
A la luz la llamó «día» y a las tinieblas, «noche». Vino la noche y llegó la mañana: ese fue el primer día.
Genesis 1:3-5

Origen de las Palabras “Luz” y “Oscuridad”
Luz: La palabra “luz” en hebreo es “אור” (or), que significa “brillo” o “resplandor”. En griego, la palabra es “φῶς” (phōs), que se refiere a la luz como emanación natural y como símbolo de conocimiento y pureza espiritual. La palabra “luz” o “alumbrar” da la idea de aclarar algo, de poner luz donde hay oscuridad. Esto es precisamente lo que Dios hizo al principio: “Y dijo Dios: Sea la luz“. Fue su primera orden, poner luz donde había oscuridad. Orden donde había caos. En lo espiritual ocurre lo mismo: el primer paso en cada vida transformada por Jesús es cuando Él dice “Sea la luz“, pues Él es la Palabra, el Verbo hecho carne.
Oscuridad: La palabra hebrea para “oscuridad” es “חֹשֶׁךְ” (ḥōshek), que significa “sombra” o “ausencia de luz”. En griego, la palabra es “σκότος” (skotos), que implica tanto oscuridad física como ceguera espiritual o moral. En la cultura bíblica, la oscuridad no solo representaba la falta de luz, sino también un estado de caos o desorden antes de la intervención divina.
Mi abuela sabiamente me escribió en una carta: “La ceguera visual contiene esperanza, la ceguera espiritual es irreversible”
El concepto de “alumbrar” o “dar luz” en la Biblia se relaciona con traer entendimiento, revelar lo escondido, especialmente en contextos donde la oscuridad representa ignorancia espiritual (el no conocer a Dios) o pecado.
Este simbolismo se ve claramente en Juan 1:5:
“La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.”
Aquí, la luz es Cristo mismo, cuya presencia disipa la oscuridad del pecado y la muerte.
Un dato que me llamó mucho la atención aparece en Génesis 19:11, cuando los ángeles del Señor visitaron Sodoma, una ciudad marcada por su perversidad. Dice el pasaje:
“Luego, a los jóvenes y ancianos que se agolparon contra la puerta de la casa, los dejaron ciegos, de modo que ya no podían encontrar la puerta.”
El pecado, el vivir en oscuridad espiritual, literalmente te ciega… y ya no puedes encontrar la puerta, que es Jesús.
“Yo soy la puerta. El que entre por mí será salvo.”
Juan 10:9
“El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”
2 Corintios 4:4
El significado de la palabra “luz” en contraposición con la “oscuridad” tiene un profundo significado en mi vida. Yo viví en tinieblas por mucho tiempo, pero cuando conocí a Jesús de verdad, vi esa luz y sentí cómo mis ojos y mi visión fueron iluminados. Unas de las partes favoritas en la Biblia para mi, es el principio del Evangelio de Juan, donde se habla de la luz y las tinieblas.
“En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.
Vino un hombre llamado Juan. Dios lo envió como testigo para dar testimonio de la luz, a fin de que por medio de él todos creyeran. Juan no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.
Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él, y a voz en cuello proclamó: «Este es aquel de quien yo decía: “El que viene después de mí es superior a mí, porque existía antes que yo”». De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia, pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.”
-Juan 1: 1-18
Debemos seguir el ejemplo de David, en el Salmo 13, y cambiar nuestro enfoque, así como él pidió que Dios iluminara sus ojos, nosotros también. David tuvo la sabiduría de reconocer que no estaba viendo la realidad a través de los filtros del miedo. Su visión estaba nublada y oscurecida.
La mejor forma de que nuestros ojos sean iluminados es por medio de la Biblia, busquemos en ella la respuesta a los problema
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.”
Salmo 119:105
Donde hay luz, hay dirección.
Flay 🐝
Donde está Jesús, hay vida.
Que Él sea hoy tu luz,
que disipe toda sombra,
confusión o engaño.



Leave a comment